El entrenador argentino Diego Monarriz se refirió al buen presente de su equipo y mencionó: “Desde que iniciamos hemos ido generando cosas con chicos que realmente dejan todo, entienden la idea, algo simple que le pedimos desde el cuerpo técnico y la evaluación es positiva”.
“Hay que seguir con humildad”, dijo más tarde en entrevista con La Quinta Tribuna (AUFTV) y mencionó: “hay que estar listo para cuando lleguen las malas”.
Contó con jugar en el ascenso uruguayo “es durísimo”, ya que: “las presiones que hay por ascender son enormes. Ahora pensamos en estar arriba, nada en chiquito, además de tratar de plasmar otro futbol. Cuando uno viene se tiene que adaptar al país, la infraestructura, a la idiosincrasia de las personas. Acá es ganar y desde ahí se genera confianza”
“El equipo, el club, el escudo, los hinchas, todos están por arriba del entrenador, si te crees más importante que los demás sos boleta”, aseveró.
Cábalas por doquier
Monarriz al ser consultado sobre si tenía cábalas, respondió con su particular estilo: “El que no las tiene es un mentiroso, cada uno tiene su ritual. Ahora, después si yo voy a pensar que por ponerme una remera vamos a hacer más goles o dar quinientos pases, es todo un verso”.
“Eso no quita que me voy a seguir vistiendo de la misma manera y si pierdo me la cambio o no”, contó, para seguir profundizando: “El que no tenga un ritual, es un mentiroso. No hay quien no tenga una ‘cabalita’ de esas de ponerse una ruda abajo del zapato, rezar tres veces antes de entrar, medias dadas vueltas o haga tal cosa u otra”.
“El entrenador está en una silla eléctrica que sabes como nos pelan si perdemos. Un periodista si hace bien las cosas capaz que permanece 15 años en la silla, pero yo pierdo un par de partidos y duro menos que un pancho”, dijo.
“Hay una locura, ansiedad, desesperación y los procesos a veces son más largos. El dirigente te convoca para ganar y si no lo lográs prontamente vas para afuera, es más fácil echar al entrenador que a 30 futbolistas. Hay dirigentes que tienen la personalidad para bancarte apostando a largo plazo, otros”, mencionó.
“Trato de que el jugador me crea y principalmente ganarme su corazón”, explicó de su receta, para decir: “Esa credibilidad que logrés conseguir del futbolista es trascendente. El vestuario es sagrado, pero a veces entro a tomar mate con ellos y con ello me pongo a su altura, si tenemos que escuchar música, bailamos juntos, y después al que no corre cuando entramos a la cancha le digo cualquier barbaridad, termina y sigo tomando mates con ellos”.
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