A principio de año, el Picapiedra fue adquirido por una Sociedad Anónima Deportiva (SAD) encabezada por el magnate estadounidense Foster Gillett, pero los últimos meses han sido complicados y se generaron unos US$ 90.000 de deudas con la Asociación Uruguaya de Fútbol.
Si esos adeudos no se pagaban antes del viernes 8, Rampla no podría jugar la segunda rueda del campeonato de la B, por lo que descendería a la tercera categoría del fútbol uruguayo por primera vez en su historia. Pero un día apareció parte del dinero.
“Este paso reafirma el compromiso del inversor con la institución”, decía el comunicado del club.
Sin embargo, los adeudos continúan y, por ese motivo, el club decidió llevar adelante la intimación aprobada el pasado 6 de agosto en la asamblea de socios.
“En el día de ayer se procedió a intimar al Sr. Foster Gillett al cumplimiento del contrato suscrito entre Rampla Juniors y Soriano SAD”, informó el club a través de un comunicado.
Aún se le debe un mes de sueldo a jugadores y funcionarios. Se hicieron mejoras en el Estadio Olímpico, al que regresaron a jugar el pasado domingo tras no haberlo hecho en todo el año.
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