Nacional y Peñarol, en ese orden por tratarse del campeón y el vice del Campeonato Uruguayo de la temporada pasada, disputan esta noche un clásico amistoso que, más allá de la rivalidad tradicional que los separa, representa una especie de simbolismo para ambos: es el kilómetro cero de un camino no demasiado largo, pero por eso mismo muy sinuoso y sumamente ajetreado, que a partir del sábado 6 de febrero y hasta el domingo 29 de mayo los llevará a jugar, como mínimo a cada uno de ellos, 20 partidos oficiales en 113 días; esto es, a un promedio de un encuentro cada 5 días, un indicador que puede variar y lucir aún más exigente, en el caso de que uno —o los dos— consigan clasificarse y avanzar en el marco de la Copa Libertadores, para disputar entre el 26 de abril y el 3 de mayo dos cotejos de octavos de final, y —eventualmente— dos más entre el 11 y el 18 de mayo por los cuartos de final del torneo de clubes más importante del fútbol sudamericano.
Mojones.
Es que el Torneo Clausura empezará en el fin de semana comprendido entre el sábado 6 y domingo 7 de febrero, y la decimoquinta y última fecha del mismo se llevará a cabo en los días 28 y 29 de mayo, mientras que la participación de los dos cuadros grandes del fútbol uruguayo en la fase inicial de la Copa se extenderá desde el jueves 18 de febrero, cuando Peñarol debute ante Sporting Cristal en Lima, hasta el martes 19 de abril, cuando también los aurinegros cierren su intervención en el grupo 4 enfrentando al conjunto peruano en el estadio Centenario.
El camino por esa geografía regional y de entrecasa, entonces, es el mismo para Nacional y Peñarol; pero las rutas que deben recorrer uno y otro en contexto del torneo continental y la actividad de entrecasa, no son iguales, y se distinguen entre sí por algunos mojones que marcan ese circuito con señales que saltan a la vista en primera instancia, y que ninguno de los dos deberá pasar por alto.
Estrés.
En el caso de Peñarol, por ejemplo, la agenda aparece más cargada y "pesada" entre el 6 y el 14 de febrero, 8 días en los cuales disputará 3 partidos, 2 por el Torneo Clausura y uno por la Copa, y tiene un cartel de "atención" a un costado: el último de esos encuentros por la actividad local, tras un largo viaje para ir a Lima y volver, es nada menos que con Defensor Sporting en el Centenario.
En el caso de Nacional, mientras tanto, el mayor estrés físico y mental parece estar centrado en el tramo del 2 al 17 de abril, lapso de 15 días en donde los tricolores no tendrán ningún viaje, pues jugarán dos partidos por la Copa de locales, pero en total disputarán 5, o sea que uno cada 3 días, con el agregado de que el tercero de ellos, por el Torneo Clausura, será también —como en el caso del tradicional rival— contra Defensor Sporting, y de visitante.
Atención.
De la misma forma, para Peñarol tampoco parece fácil la semana del 9 al 16 de abril, pues jugará 3 partidos en 7 días, el primero será contra un rival de cuidado como Danubio, y el segundo será contra Huracán o Caracas, lo que quiere deir que el tercero ante Rentistas puede afrontarlo tras un desgastador viaje de ida y vuelta hacia y desde la capital venezolana.
Por su parte, también Nacional tiene otro tramo de su ruta futbolística por el primer semestre del año, donde hay alguna señalización que le advierte que la marcha por el mismo no le será fácil: en los 8 días que van del 20 al 28 de abril, los tricolores deben realizar un viaje corto a Rosario, en la Argentina, pero luego de jugar por el Torneo Clausura contra un rival siempre calificado como Wanderers, y antes de jugar al fin de semana siguiente en Colonia con Plaza.
Por todo eso, pues, el clásico de hoy representa una especie de simbolismo: es el kilómetro cero de un camino no demasiado largo, pero por eso mismo muy sinuoso y sumamente ajetreado para ambos, que los llevará a jugar, como mínimo, 20 partidos oficiales en 113 días, recorriendo dos rutas que, aunque resultan parecidas por lo difíciles, no son iguales.
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