lunes, 29 de febrero de 2016

Tocó el techo con las manos.

El corazón de Christian Namús no alcanzó para “derrocar” a la “Primera Dama”.
Christian Namús durante la pelea ante Cecilia Braekhus.

Christian Namús le había dicho el viernes pasado a Ovación desde la habitación 1108 del Hotel Klosterpforte de Halle, situada en las cercanías de Leipzig, en Alemania, que "ella es la que tiene los cinco títulos mundiales y yo la que quiero sacárselos, así que si no puedo tener otra estrategia que salir a atacarla de entrada; la mato o me bajan (del ring) muerta a mí, esto es muy claro".

Ella, en las palabras de la uruguaya, no era ni más ni menos que Cecilia Braekhus, la campeona mundial de peso welter, que luego de una trayectoria como amateur en la que hizo 80 peleas de las que ganó 75, en nueve años y medio que lleva ahora en el Campo rentado suma 28 triunfos en igual cantidad de combates; esto es: ninguna de sus rivales le "sacó" siquiera un empate.

Pues bien, frente a tamaña adversaria, Namús "se jugó" con gran determinación en la dirección que había indicado desde el primer tañido de la campana. No reparó en que, tal vez, lo mejor para su imagen fuera priorizar la necesidad de terminar de pie al cabo de los 10 asaltos y, por lo tanto, plantear una pelea cauta, a la distancia.

Así, entonces, con ese plan elemental pero sostenido con pujanza, la uruguaya dio el máximo, en el techo de sus posibilidades físicas y técnicas, teniendo en cuenta que en los últimos tres años y cuatro días hizo 18 rounds en tres peleas de las que sólo en la última tuvo una rival relativamente exigente, como lo fue la paulista Silvana Lima Da Silva, que incluso la tuvo por el piso en el segundo asalto del combate que ambas protagonizaron en el estadio cerrado de Plaza, en Colonia, el 19 de diciembre del año pasado.

Precisa, veloz, inteligente, dominante, Braekhus fue superior, manejó los tiempos de la pelea, se anticipó muchas veces con rectos que entorpecieron y desdibujaron las embestidas de Namús hasta hacerla quedar en varias ocasiones fuera de distancia; pero, aún así, nunca castigó a voluntad a la uruguaya, debió retroceder por esa ofensiva rival en unos cuantos pasajes, y del séptimo round -que en la tarjeta de Ovación ganó Namús- en adelante, hasta lució cansada por esa obstinación atacante de una oponente que no le dio alce en ningún instante.

Quizá, desde un punto de vista excesivamente purista, pueda caber la reflexión de que Namús debió hacer jugar más la cintura para que, cuando iba al frente, Braekhus errara algunos de sus impactos, pero el fuego interior de nuestra compatriota —que es boxeadora de raza— pudo más y dejó esos recursos de lado, aún cuando siguió con aplicación las órdenes de Gabriel Belela, su técnico, para que pegara a la línea baja, tratando de sacarle aire a su adversaria.

Según la tarjeta de Ovación, Braekhus ganó 99/91, en forma inobjetable, pero detrás de ese resultado hubo otro, reservado exclusivamente para el desempeño de la uruguaya: terminó bien, exhausta pero entera, sin haber estado cerca de perder por K.O, algo que es elogiable e importante.

Es que Namús dio todo, no se guardó nada, peleó en el techo de su posibilidades; y la "Primera Dama" del boxeo mundial está varios escalones más alta.

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